Seguramente habréis escuchado lo importante qué es que cada vino se sirva a su temperatura correcta, pero ¿sabéis cuál es? Hoy, de la mano de nuestros sumilleres, hablamos de ello en el siguiente post.
Ahora en verano, con las altas temperaturas, quizás nos apetezca tomar el vino a menor temperatura, “fresquito”. Sin embargo tomarlo por encima o por debajo de su temperatura óptima nos hará perdernos algunos sabores y matices que hacen especial cada caldo.
Cada vino tiene una temperatura óptima de consumo. Si lo consumimos a esta temperatura seremos capaces de apreciar de manera óptima todo su sabor, su aroma, su textura y sus particularidades concretas.
A veces escuchamos que esto de la temperatura es una cuestión meramente estética, sin embargo, debéis saber que es una cuestión eminentemente química.
Así, tras muchas jornadas de prueba a diferentes temperaturas, los creadores de los diferentes caldos nos recomiendan la temperatura de almacenaje (tanto o más importante que la de consumo) y la de consumo.
Podemos afirmar que los vinos blancos jóvenes y los espumosos, especialmente el champagne, al presentar una acidez más elevada, se deben consumir entre 6º y 8º para que no muestren en boca un aroma excesivamente ácido.
Los vinos blancos de fermentación maloláctica no son tan ácidos como los blancos jóvenes por lo que se pueden tomar a una temperatura algo más elevada de entre 10º y 12º.
Por si no lo sabéis la fermentación maloláctica es un proceso por el cual el ácido málico, presente en la pulpa de la uva, se transforma químicamente en ácido láctico por medio de bacterias de origen láctico existentes de forma natural en el interior de la propia uva.
Para nosotros los vinos rosados son quizás los más complicados de valorar porque cuentan con los toque aromáticos de un vino tinto y a la vez con la frescura de un blanco, por eso nos decantamos por tomarlos entre los 10º y los 12º.
Las diferentes variedades de uva nos permiten contar con una cantidad muy elevada de vinos tintos, siendo los más conocidos en España los de Rioja o los de Ribera, aunque existen grandes vinos tintos en muchas partes de nuestra geografía.
Si se trata de tintos jóvenes debemos consumirlos entre 14º y 16º para que su sabor no resulte agresivo al paladar. Sin embargo los tintos maduros, con cuerpo, se pueden tomar entre los 16º y los 18º, resultando más apetecibles en verano cerca de esos 16º.
Los vinos maduros ya son vinos en plenitud que rebajaron su contenido en alcohol por lo que muestran como vinos redondos en el momento de beberlo.
Pero sin duda hay algo más importante incluso que la temperatura del vino a la hora de consumirlo y que en estos tiempos cobra más importancia que es la compañía, por eso os invitamos a que pongáis a refrescar una buena botella de vino (ahora que conocéis las temperaturas óptimas de consumo) y la disfrutéis con quien de verdad os apetezca.