Las cualidades de un buen sumiller

Estamos deseando volver a la normalidad e ir, poco a poco, olvidándonos de este virus que tantísimo daño nos está causando, por eso vamos a volver a escribir sobre cosas bonitas de nuestro hotel, de nuestro trabajo o de todo aquello que encontremos interesante para los que visitáis nuestro blog.

 

Mucho conocéis que es un sumiller y cuál es su función dentro de un restaurante o de un local de ocio y restauración, pero hoy queremos ir un poco más allá y mostraros que hay que hacer para ser un buen sumiller.

 

Todos sabéis que un sumiller o sommelier es el experto en la recomendación de vinos y su maridaje dentro del amplio surtido de carta de un local. También es el responsable de la administración de la bodega del local, del abastecimiento de la misma siguiendo todos los protocolos de seguridad e higiene y de la buena conservación de los caldos.

 

La presencia de un sumiller que se encargue de explicar a los comensales el vino, sus aromas y matices y su maridaje hará que los clientes prueben combinaciones únicas y disfruten mucho más de la experiencia culinaria.

 

Actualmente cualquier restaurante que se precie contará con uno o varios de estos profesionales que no sólo conocen el vino en todas sus variedades, sino que también son expertos en bebidas espirituosas.

 

Además, fruto del constante trabajo y aprendizaje, tienen conocimientos sobre cómo se elabora el vino (no confundir con el enólogo), la cosecha de la uva o las denominaciones de origen entre otros conceptos.

 

Pero ser un buen sumiller no es sólo esto que hemos hablado anteriormente. Ser sumiller es pasión por lo que haces,  un constante aprendizaje, evolucionando al igual que lo hace el producto que debemos conocer.

 

Un sumiller debe ser un apasionado del vino, pero no de consumirlo solamente, sino del conocimiento de todo el procedimiento desde que nace la uva hasta que llega a la mesa.

 

Evidentemente debe tener los sentidos del gusto y del olfato bien entrenados, conociendo y recordando olores, sacando el fondo de lo que le llega a la nariz para poder sentirlo en boca.

 

Además debe tener don de gentes, congeniar con los clientes, mostrando elegancia, guiando a la persona hacia un sabor que le provoque un sentimiento. Para ello su capacidad de comunicación debe ser exquisita.

 

Fruto de esa comunicación muchos clientes conectarán con el sumiller entablando una relación que irá más allá de la simple relación camarero – cliente. El sumiller debe recordar sus gustos para ofrecerle siempre algo que le agrade al paladar.

 

Es una profesión que lejos del glamour que se le puede suponer, es dura. Horarios, trabajar las fiestas, estar de cara al público, estar siempre a la última en cuanto a los cambios que se producen en el mundo del vino…

 

Por último pensamos que un sumiller debe ser humilde y sincero consigo mismo, reconociendo sus limitaciones, si es que las tiene, y adaptarse continuamente a los tiempos. Comprender la evolución del vino y evolucionar con él para así, mostrar todos los matices a sus clientes y conseguir a cada persona el mejor caldo para cada momento.

Vuelta a la normalidad

Y la gente se quedó en casa.

Y la gente empezó a pensar de manera diferente.

Y curaron la tierra por completo.

 

Así comienza el poema de Kitty O´Meara que se ha viralizado por las redes estos días y que muestra en unas pocas palabras cómo de repente un día todo cambió.

 

Pero ahora, por fin vemos la luz al final del túnel. En breve podremos abrir, con ciertas limitaciones, nuestro hotel y comenzar con la ansiada vuelta a la normalidad. Lo estamos deseando.

 

Estos días cuando hemos pasado por el hotel hemos tenido una sensación de vacío sorprendente. No había ruidos, no hablaba nadie, se oía el silencio, no olía a café a la hora del desayuno… Sin duda ha sido una experiencia diferente cuanto menos.

 

Pero eso ya pasó y ahora miramos al futuro…

 

Poco a poco volveremos a movernos como antes, volveremos a salir, a viajar, a trabajar… pero sobre todo volveremos a besar, a abrazar a sentir…

 

Hemos cambiado nuestra escala de valores y aprendido que ciertas cosas que antes las teníamos por cotidianas son las que más importan en la vida.

 

También hemos aprovechado para hacer autocrítica (es una estupenda medicina) y ver cómo podíamos mejorar determinados temas de nuestro negocio.

 

En breve volveremos a abrir el hotel, la cafetería, los comedores, la cocina… En breve os volveremos a ver por aquí tomando una caña y comiendo unas salchichas, o disfrutando de un buen vino con unas revolconas de aperitivo.

 

Dentro de poco el hotel se volverá a llenar de charlas, risas, celebraciones y brindis, y veremos que la vida ya no es como antes, lo material pasará un poco a segundo plano y disfrutaremos más de los nuestros.

 

Uno de estos días que he podido venir a trabajar, al pasar por una de nuestras terrazas me quedé mirando hacia Ávila disfrutando de la vista y de la maravilla de ciudad que tenemos.

 

Una maravilla por lo bonita con nuestra majestuosa muralla al frente pero maravillosa sobre todo por vosotros, los abulenses que os habéis comportado de una manera excelente.

 

Por eso pensamos que nos merecemos el premio de la normalidad, y en nuestro hotel ya estamos trabajando en ello, para que tú sólo te tengas que preocupar de disfrutar.

 

El día que vuelvas a visitarnos, ¿Sabes ya lo que te vas a pedir?